Siempre es recomendable, cuando se presentan problemas de selectividad o trastornos en la alimentación, la consulta con un médico, para valorar posibles patologías o intolerancias.
Una vez conocida la valoración médica, se llevan a cabo, por parte de diferentes profesionales, la valoración de las dificultades en la alimentación, donde se utilizan una serie de herramientas desde los diferentes ámbitos de intervención, que buscan el conocimiento individual a diferentes niveles:
- A nivel sensorial, se establece el perfil sensorial del niño/a o joven/adulto con Autismo, utilizando pruebas estandarizadas, entrevistas con la familia y/o cuidadores, etc. También se valora la autonomía y las destrezas motoras.
- A nivel cognitivo, se evalúan los procesos cognitivos (el control de impulsos, la flexibilidad cognitiva, la velocidad de procesamiento de la información, etc.), el estilo de aprendizaje, el estilo de comunicación y las motivaciones e intereses tanto de la persona con Autismo como de su familia con respecto a la alimentación.
- A nivel de conducta, se evalúan las conductas, tanto del niño/a como de las figuras presentes en el momento de las comidas, para conocer la funcionalidad de la misma y las respuestas conductuales de todos los implicados.
- A nivel emocional es importante conocer qué implicación emocional tiene la persona y su familia, qué sienten cuando de enfrentan al momento de la alimentación, si existe ansiedad, estrés.
- A nivel contextual, se valora el entorno en el que se desarrolla la alimentación y los factores que pueden influir en la misma (entorno predecible, estímulos del entorno, etc).
Con toda esta información, los profesionales, junto con la familia, establecerán un plan de intervención adecuado a las características individuales y a los objetivos que se quieran alcanzar.